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María Elena Balán/ Arca de cubania

Personalidades

A cinco años de la partida de Benedetti

A cinco años de la partida de Benedetti

Por María Elena Balán Saínz

 

  Mario Benedetti trascendió fronteras y fue símbolo del artista comprometido con su tiempo, tanto en su lugar de origen, Uruguay, como en otros países que lo acogieron cuando tuvo que salir al exilio.

  Hace cinco años que fue sepultado en Montevideo, este hombre que a pesar de las dificultades que atravesó, debido a su militancia revolucionaria, fue capaz de enarbolar para siempre la esperanza en su literatura.

   El canto de los pájaros acompañó en el campo santo al poeta hasta su última morada, y junto a coronas de diversas flores hubo también claveles rojos y margaritas,  reafirmando la sencillez y modestia que tantos elogiaron en Benedetti.

   En Cuba siempre tuvo abrigo, aquí  perduran programas literarios y publicaciones que contribuyó a fomentar en Casa de las Américas,  donde fundadores y personalidades rinden tributo permanente de recordación a quien fue fuente de inspiración en ese centro cultural.

   Quienes le conocieron, ya sea a través de su amplia obra literaria o personalmente, nunca han dejado de leer su poesía o su narrativa, las cuales han tenido una fuerte incidencia tanto en quienes lo tuvieron como fuente de inspiración hace años, como en los jóvenes que ahora también sueñan a través de su legado.

 

Martí e Hidalgo: significación del Grito de Dolores

Martí e Hidalgo: significación del Grito de Dolores

Por María Elena Balán

 Cuando pensamos en el cura Miguel Hidalgo y el Grito de Dolores, llamando a la lucha en México el 16 de septiembre de 1810, no podemos dejar de evocar al padre de la Patria Carlos Manuel de Céspedes.                                                                                                                            Fue él quien dio el grito de independencia en el ingenio La Demajagua el 10 de octubre de 1868.                                                                                Cuando ese hecho ocurrió en Cuba, ya habían transcurrido 58 años del día en que el sacerdote Miguel Hidalgo llamó a la insurrección en su parroquia del poblado de Dolores, un hecho trascendente para México.                                                                                                                          Muchos hombres honestos, entre ellos criollos del propio ejército de la metrópoli española, como Ignacio José de Allende, se sumaron a la insurgencia y pelearon hasta dar sus vidas por una causa en la cual creían y amaban.                                                                                                     Sobre el cura Miguel Hidalgo dijo José Martí que aquel hombre de gran trascendencia histórica había leído los libros de los filósofos del siglo XVIII, que explicaban el derecho del hombre a ser honrado, y a pensar y hablar sin hipocresía.                                                                                            Para el Héroe Nacional cubano el padre Hidalgo tenía fuego en sí y como antorcha que ilumina trazó el camino de la insurrección al dar en México el Grito de Dolores.                                                                                              En sus valoraciones sobre el jefe insurrecto, Martí apuntó que “No podía comprender aquel sacerdote por qué los negros debían ser esclavos y los declaró libres.                                                                                            “Tampoco podía entender por qué maltrataban a los indios, que eran tan mansos y generosos” y al decir de Martí, se sentó entre ellos como un hermano viejo.                                                                                                     Así retrató el Maestro al cura Hidalgo, quien pasó a la historia como antorcha encendida.                                                                                               Es una muestra más de cómo la vida y los actos del Apóstol entretejieron armoniosamente la vocación libertadora hacia su Patria, con una fuerte y armoniosa estrategia latinoamericanista.                                                                                                     Estudiosos de su obra afirman que las primeras manifestaciones del latinoamericanismo martiano aparecieron en México, un país en el que vivió cuando estaba en el exilio y  donde admiró los postulados de sus próceres independentistas.

Grandeza y coraje de Antonio Maceo

Grandeza y coraje de Antonio Maceo

Por María Elena Balán Saínz

 

   Fue un día de gran emotividad el 14 de junio de 1845, cuando el matrimonio de Marcos Maceo y Mariana Grajales pudo acariciar al pequeño que acababa de nacer. Lo nombraron Antonio, y no obstante los prejuicios raciales y la situación que vivía Cuba, tuvo una infancia feliz.

   Su padre se había casado con Mariana Grajales en 1843, después que ésta tuvo cuatro hijos con su primer esposo. El futuro Lugarteniente General del Ejército Libertador fue el primer descendiente en común de la pareja.

   Antonio cursó solamente la primera enseñanza, nivel permitido a un niño negro en aquella época, pero su educación se consolidó con la formación moral que recibió en el hogar y su afán por cultivar conocimientos, en lo que influyó su padrino Ascencio, quien vivía en la ciudad de Santiago de Cuba.

   Tenía alrededor de 17 años cuando comenzó a ir a Santiago  para comerciar los productos que cultivaban y atender los asuntos de la hacienda familiar. En esos viajes entró en contacto con patriotas quienes influyeron en la decisión que tomaría en el futuro: hacer libre a Cuba.

   Integró la Logía Oriente, donde había revolucionarios cubanos y personas de ideas avanzadas. Allí completó una etapa de su formación el joven Maceo, quien pocos años después se sumó a la Guerra de los Diez Años para conquistar, tras relevantes triunfos frente al enemigo, cada uno de sus grados militares y el prestigio que lo hizo ser respetado hasta por sus contendientes.

   Hay numerosas anécdotas que ilustran la grandeza y el coraje de este patriota, quien en el occidente del país durante la guerra iniciada en 1895, organizó una red de agentes al servicio de la causa revolucionaria. De ese modo pudo penetrar el despacho del Capitán General Valeriano Weyler y conocer secretos militares del ejército español.

   Otro de los hechos demostrativos de la astucia de Antonio Maceo quedó recogido en la historia el 26 de abril de 1896, cuando reinició sus operaciones la División peninsular del General  Suárez Inclán en Vuelta Abajo.

   El combate comenzó cerca del demolido ingenio San Jacinto y continuó en las lomas del Rubí. Tres columnas españolas vinieron como refuerzo y una cuarta chocó con la avanzada de Maceo por el camino de la Lechuza. Aunque el jefe insurrecto pudo hacerle frente, la escasez de municiones lo puso en una situación muy difícil.

   Maceo, al notar que el enemigo avanzaba sin encontrar hostilidad, escogió a seis de sus ayudantes y salió del campamento. En un punto del recorrido, los siete insurrectos tropezaron con la columna enemiga a la distancia de 30 o 40 metros.

   Entonces Antonio Maceo y los seis combatientes quedaron de súbito frente a los españoles y detuvieron sus caballos e hicieron fuego.

   Luego, retrocediendo, marcharon veloces por un estrecho sendero entre la manigua, pero ¡vaya sorpresa!, al avanzar se percataron de que tenían cerrado el paso por alta y fuerte alambrada.

   Solo el corcel de Maceo sería capaz de saltar. Los ayudantes rogaron a su jefe que aprovechara para escapar, mientras ellos pudieran detener al enemigo.

   Pero el audaz guerrero usó una estrategia que desconcertó por completo a los representantes de la Corona.

   Un hombre del coraje y la astucia de Antonio Maceo siempre encontraba salida ante las situaciones difíciles. Al verse acorralado, volvió por el camino andado y casi chocó con el enemigo, que estaba a punto de penetrar en aquel trillo.

   Los jinetes españoles no podían sospechar la causa del retroceso de los mambises por el mismo sendero y al escuchar la voz de ¡Al machete! pensaron que detrás de aquellos hombres venía un escuadrón. Entonces vacilaron sobrecogidos y ese momento psicológico salvó la vida del Titán de Bronce y sus ayudantes.

   Con aire de muchacho travieso, el jefe mambí decía jocosamente: “Huyan que nos cogen los Panchos”. Aunque sabía el peligro que atravesaban, Maceo se mostraba seguro.

Antonia Eiriz en documental cubano

Antonia Eiriz en documental cubano

Por María Elena Balán Saínz

 

 Un homenaje a Antonia Eiriz (1929-1995), considerada entre las más relevantes artistas de la plástica cubana y del orbe, constituye el documental que estrenó Cubavisión en el espacio dominical Arte Siete.

  La obra aúna los esfuerzos de Bárbara Álvarez, Eloina Pérez y Jesús Belele, entre otros, para rememorar a esta figura que dejó una profunda huella en la cultura nacional y trascendió fronteras con su quehacer artístico.

  El documental  recoge valiosos testimonios de quienes fueron sus alumnos o amigos, como Nelson Domínguez, Manuel López Oliva, Jorge Nasser, Pedro Pablo Oliva, Ever Fonseca, Salvador Corratge, Adelaida de Juan y Roberto Fernández Retamar, quien lee su poema Felices Normales, dedicado a Antonia.

   Al decir de estas personalidades  su cuadro La anunciación está considerado como su obra cumbre, aunque fue prolífico su quehacer con representaciones en el salón de Mayo en París, en 1967, y sus grabados que le valieron un premio Casa de las Américas.

  Su última exposición en Cuba la inauguró en 1991 para rendir homenaje personal a figuras como Lezama Lima y Amelia Peláez. Luego ganó un premio en Estados Unidos y allí murió mientras preparaba otra muestra el cinco de marzo de 1995.

  Antonia Eiriz nunca se amilanó ante los imponderables que le deparó la vida, como limitaciones físicas en su andar, y supo hacer de su existencia un caudaloso manantial de creación y pedagogía.

  En la década de 1970  convirtió su casa en el reparto capitalino de Juanelo, en San Miguel del Padrón, en un taller donde desarrolló el arte comunitario del papier maché.

   Allí su impronta quedó perpetuada y hoy su casa es un museo-taller donde vecinos e interesados siguen valorando el legado artístico de esta creadora.

 

 

Onelio Jorge burló a la muerte

Onelio Jorge burló a la muerte

María Elena Balán Saínz

 

   Hay hombres que nacen y no mueren aunque desaparezcan físicamente, porque su obra, su legado perdura. Entre esos seres excepcionales está Onelio Jorge Cardoso, quien murió el 29 de mayo de 1986, en La Habana, cuando tenía 72 años.

  En este mes de mayo hubiera cumplido 95 años de edad, porque por coincidencias de la vida vino al mundo un día 11, en el mismo mes que murió.

   Lazos cercanos a su familia nos han permitido conocer facetas personales de quien con toda razón ha sido llamado El Cuentero Mayor.

   Entre la literatura infantil que primero conoció mi hijo figuran "Taita diga usted cómo", "El Caballito de coral", y “Negrita”, obsequiados por una colega hija de su único hermano Carlos Manuel, quien obtuvo también una mención en el Concurso Hernández Catá por el cuento  "La abuela ". También en ese certamen Onelio alcanzó un premio por  "Los carborneros ".

    Aquellos relatos los disfrutábamos todos en la casa, cuando en voz alta eran leídos con gran interés. A través de Teresita, su sobrina, conocimos a la esposa del escritor, Cuca, como le llaman cariñosamente, aunque su nombre es Francisca Viera.

   Cuando conversamos con Cuca, nos contó que Onelio tomó el nombre de ella para darle título a otro de sus cuentos que ha trascendido, "Francisca y la muerte ", en el que narra las peripecias de una perseverante mujer que vence todas las adversidades y logra burlar a la imponente figura de capucha negra y guadaña en mano.

   En la vida, Onelio fue así, un individuo que sorteó todas las dificultades y no renunció a su discurso literario, matizado por la denuncia a los desmanes cometidos en la época de la seudo-república en Cuba. Defendió a través de su pluma al humilde pescador, al pobre que arañaba la tierra en busca del sustento y era mal retribuido.

   Reclamó, _a través de su narrativa_, el derecho y la necesidad de esos hombres al pleno disfrute de otras vertientes de la realidad. Ese empeño lo manifestó desde sus comienzos en la literatura, según nos recordó su viuda, quien como él ejerció el magisterio y a través de esa profesión se conocieron.

   Abuelo y padre cariñoso, esposo preocupado por el detalle que expresara el amor por su pareja, Onelio Jorge Cardoso es recordado por su familia como un individuo que no perdía oportunidad para la creación, aun el propio día de su fallecimiento, tras regresar de una reunión, se sentó frente a su máquina de escribir para dejar en el papel aquello que lo inspiraba.

   Así lo recuerda Cuca, con quien estuvo casado desde la juventud cuando se conocieron en Calabazar de Sagua, actual provincia de Villa Clara, y así también lo evoca su sobrina periodista.

   Los conocedores de su vida y de su obra lo reconocen como hombre íntegro, con la sencillez de los grandes, que no especulan con su talento, que creen en el mejoramiento humano y en la utilidad de la virtud.

Benedetti, símbolo de esperanza

Benedetti, símbolo de esperanza

María Elena Balán Saínz

Foto Omarita 

   Aunque su nacimiento fue en Uruguay, Mario Benedetti trascendió fronteras y fue símbolo del artista comprometido con su tiempo, tanto en su lugar de origen como en otros países que lo acogieron cuando tuvo que salir al exilio.

  Hace apenas unas horas fue sepultado en Montevideo este hombre que a pesar de las dificultades que atravesó, debido a su militancia revolucionaria, fue capaz de enarbolar para siempre la esperanza en su literatura.

   El canto de los pájaros acompañó en el campo santo al poeta hasta su última morada, y junto a coronas de diversas flores hubo también claveles rojos y margaritas,  reafirmando la sencillez y modestia que tantos elogiaron en Benedetti.

   En Cuba siempre tuvo abrigo, aquí  perduran programas literarios y publicaciones que contribuyó a fomentar en Casa de las Américas,  donde fundadores y personalidades rindieron la víspera tributo de recordación a quien fue fuente de inspiración en ese centro cultural.

   Quienes le conocieron, ya sea a través de su amplia obra literaria o personalmente, nunca han dejado de leer su poesía o su narrativa, las cuales han tenido una fuerte incidencia tanto en quienes lo tuvieron como fuente de inspiración hace años, como en los jóvenes que ahora también sueñan a través de su legado.

  A Mario Benedetti lo conocí por medio de mi profesor de Sociología, cuando lo atendió en la Universidad de Oriente, donde ofreció conversatorios y recitales de poesía, no solo de corte romántico, sino también político, porque sobre todas las cosas era un intelectual de izquierda.

   Desde entonces fue mi poeta preferido, y muchos de sus versos quedaron guardados en mi memoria, como también ahora lo están en aquellos adolescentes y jóvenes que ayer fueron a despedirlo en Montevideo hasta el lugar donde descansan sus restos mortales.

  Llama la atención que su obra, cultivada en su larga vida que quedó trunca a los 88 años de edad, aun inspire a hombres y mujeres, quienes la hacen suya para expresar los más íntimos sentimientos.

   Cuánta vigencia tiene su poema Primero que todo, cuando expresa: ¨Me gusta la gente que vibra,/ que no hay que empujarla,/ que no hay que decirle que haga las cosas,/ sino que sabe lo que hay que hacer/ y que lo hace en menos tiempo de lo esperado. ¨

  O también éste con el que concluimos el homenaje al poeta, y que se títula Hagamos un trato.

   Benedetti nos lo dejó como prueba de solidaridad, pero también de amor, al expresar: ¨Compañera, usted sabe que puede contar conmigo,/no hasta dos ni hasta diez, sino contar conmigo/ Si algunas veces advierte que la miro a los ojos,/ y una veta de amor reconoce en los míos,/ no alerte sus fusiles, ni piense que deliro;/ a pesar de la veta, o tal vez porque existe,/usted puede contar conmigo.¨

 

 

Fina García Marrúz bajo el influjo de un homenaje de Feria

Fina García Marrúz bajo el influjo de un homenaje de Feria

Por María Elena Balán S.

    Quien la conoce comienza a admirarla de inmediato y no solamente por su obra literaria, sino por esa ternura que emana de su figura.
   Fina García Marrúz, escritora que  junto con Jorge Ibarra recibe el homenaje de la XVIII Feria Internacional del Libro de La Habana, es una mujer poesía.
   Puede afirmarse que cada uno de sus años, que ya sobrepasan los 80, son como versos que han ido brotando de una vida fértil, matizada por la sencillez y la modestia que enaltece a los grandes.
   Nació en La Habana y dicen que desde niña comenzó a irradiar esa luz sobre su entorno.
   Esta reconocida poetisa, ensayista e investigadora inició sus pasos en las letras desde joven, en lo cual tuvo mucha influencia la visita a Cuba en 1936 del escritor andaluz Juan Ramón Jiménez.
   Ya en 1943 formaba parte del Consejo de Redacción de la revista Clavileño y posteriormente tuvo el privilegio de ser una de las dos mujeres que integraron el Grupo Orígenes, tan reconocido por su impacto literario y social.
   Sobre quien ostenta el Premio Nacional de Literatura dijo el poeta Eliseo Diego:
   ¨Una frontera muy sutil separa la literatura de ese otro orden del espíritu donde, sin enterarse mucho de sí mismos, el arte y el ser se confunden. Por él se ha motivado para siempre Fina García Marrúz¨.
     En su libro Visitaciones, escrito como ella misma dijo, con el silencio vivo, se encuentran algunos de los poemas de más apasionada belleza compuestos en la lengua española en el siglo XX, en opinión de los críticos.
   Pero no sólo Fina nos ofrece una poesía que alumbra y emociona y mantiene esa pureza de intimidad tan femenina. También ha escrito numerosos ensayos y ha realizado vastas investigaciones que nos permiten conocer a José Martí en su dimensión humana, creativa y singular.
   No se puede desligar la obra de García Marrúz de la de su esposo y compañero de labor de tantos años, Cintio Vitier. Juntos han estudiado y revelado hermosas facetas del Héroe Nacional cubano.
   Esta mujer cuya delicadeza, honestidad y humildad le confieren valores inestimables, recibe en la XVIII Feria Internacional del Libro el reconocimiento merecido de intelectuales y artistas y también de su pueblo.

UNA MUJER EN EL JARDÍN

UNA MUJER EN EL JARDÍN Por María Elena Balán

Después de la española María Zambrano, fue Dulce María Loynaz la segunda mujer en obtener el Premio Cervantes de Literatura. Esta insigne cubana fue reconocida como un alto exponente del intimismo post-modernista.

Destacada por su poesía y su prosa, resultó sin dudas su novela Jardín la que más fama le dio. La obra fue inspirada en la antigua casona de la barriada capitalina de El Vedado, cerca del mar, en la que Dulce María, junto a sus hermanos Flor, Enrique y Carlos Manuel, pasó momentos inolvidables de su vida.

En ese sitio surgieron sueños y añoranzas, siempre recordados por esta mujer singular. Quienes la conocieron más de cerca destacan que tras su aparente hermetismo guardaba una dulzura y una afabilidad extraordinarias.

Hija del general de la guerra de independencia Enrique Loynaz del Castillo, Dulce María nació a principios del siglo XX, el 10 de diciembre del año 1902.

Además del Premio Cervantes, considerado como el Nobel de las letras de la lengua española, obtuvo el Nacional de Literatura en 1987. Tuvo el privilegio de relacionarse con personalidades del arte y las letras como Federico García Lorca, Gabriela Mistral, Juan Ramón Jiménez y José Lezama Lima, entre otros.

Dulce María Loynaz llegó a representar una figura muy querida y respetada, no sólo en Cuba, sino en otros países como España. Ubicada cronológicamente en la Generación de Poetas de la década del 1920, fue sin embargo, una creadora que tuvo siempre su pluma activa y nos legó un preciado tesoro literario.

Actualmente se le rinde homenaje permanente con un Cnetro que lleva su nombre, ubicado en la calle 19, en El Vedado, La Habana, donde vivió los últimos años de su fructífera vida.