Alerta ante privilegios o compadreos
Por María Elena Balán Sainz
Aunque la mayoría de los cubanos vivimos al día, como resultado de nuestro trabajo, existen casos de quienes acumulan bienes personales en demasía apropiándose de los bienes del Estado
Son burócratas corrompidos, con cargos obtenidos a golpe de simulación y oportunismo que utilizan sus posiciones con el fin de acumular fortunas. Para ellos aquella frase esgrimida por la familia de “pobres, pero honrados”, pasó al olvido.
Para ilustrar tales posturas tomaremos el caso de una céntrica tienda en La Habana (Shopping Carlos III) donde se inflaban los precios, se desviaban auto partes y electrodomésticos al mercado ilegal, se falsificaban los documentos contables y demás delitos.
Esas ganancias fraudulentas conducen a tales individuos a desdoblarse en dos vidas paralelas, una de aparente exigencia y cumplimiento de sus deberes y la otra, la que está detrás de la fachada, de un glamur semejante al de turistas adinerados.
Algunos al ser cogidos in fraganti, tras auditorías practicadas en su centro de labor, argumentan que al no tener un control sistemático sobre ellos se dejaron llevar por sobornos y comprometimiento de sus superiores.
Tales justificaciones suenan huecas. ¿Acaso si no hay verificaciones fiscales y auditorias sistemáticas puede sentirse un directivo tentado a la acumulación de capital con el dinero robado o explotando con los bienes adquiridos por privilegios o compadreos?
En estos tiempos hay personas que piensan que apropiarse de lo de su empresa, de su taller, del lugar donde construyen un edificio o del sitio donde laboran no es malo, porque son bienes del Estado y total, los suministros vuelven a suplir eso que “se perdió”.
Lo peor es que muchos lucran con todo aquello que se llevan del trabajo y cuando alguien les dice que es una ilegalidad, se ofenden. Quieren ganar más dinero que quienes en realidad dan su aporte a la sociedad y estudiaron y se superaron para desempeñar su profesión.
La honradez como estado natural de la conciencia viene de la cuna, de los buenos hechos que transmite la familia o de la palabra del maestro cuando nos habla de los principios éticos.
Por eso no puede entenderse que algunas personas, aduciendo necesidades personales o afán de lucro, se lleven a sus viviendas lo que es propiedad del Estado y también la de los ciudadanos que viven en su comunidad.
Son conductas reprobables y existe un código penal que las sanciona. No se puede admitir que quede impune quien atente contra los bienes sociales o de las personas.
Honrado no es sólo el que devuelve lo que no es de él. Es aquel que vive con el resultado de su propio esfuerzo, sin apropiarse o valerse de logros ajenos. (Por María Elena Balán Saínz)
2 comentarios
María Elena Balán Sainz -
Antonio -