Baracoa y el chocolate
Por María Elena Balán Saínz
Foto de la Casa del Chocolate en Baracoa
Los aborígenes lo reconocían bajo el sugerente nombre de elíxir de los dioses. En la actualidad, los residentes en Baracoa, en el extremo oriental de Cuba, lo definen como esencia, identidad, espíritu del lugareño, degustado desde tiempos inmemoriales.
Aunque su historia comenzó hace tres mil 500 años, cuando los olmecas descubrieron la planta en la cuenca amazónica, en Cuba su trono lo estableció en la llamada Ciudad Primada, donde existen las mayores plantaciones nacionales de cacao.
Qué cómo lo consumen? Pues para el desayuno familiar los habitantes de esta región elaboran lo que llaman Chorote, legado hispánico, enriquecido a lo criollo, con leche de coco, harina de maíz o maicena y cacao rallado.
Industrialmente también se procesa en tierra baracoense y goza de prestigio en la red comercial, porque en esa tierra fértil nacen las mejores bellotas, de las que se fabrican los ricos bombones, barras de chocolate y otras delicias para el paladar, todo con el sello peculiar de esa región.
Cuentan con La Casa del Chocolate, inaugurada el 13 de agosto de 2006, donde expenden además de natillas y helados del sabor que da nombre a la instalación, la referida bebida fría o caliente, lo cual determina que permanezcan totalmente ocupadas las 10 mesas del inmueble, dada la aceptación entre nacionales y foráneos.
Muchas de las ofertas de ese inmueble son creadas en la Empresa de Derivados del Cacao, que entre sus surtidos cuenta con la manteca y el licor de cacao, la cocoa micropulverizada, bombones sólidos, rellenos y bañados, todos fabricados manualmente, y entre los que sobresale el Rita Montaner, mezclado con leche y maní troceado caramelizado que rinde homenaje a una prestigiosa cantante y actriz cubana ya fallecida.
La tradición de los productos elaborados a partir del cacao sobrevive en Baracoa, a pesar de los años. De ello han dado fe cubanos, turistas extranjeros, hombres de negocios y cineastas como Gerard Depardiu, Geraldine Chaplin o Pierre Richard, figuras relevantes del celuloide.
Ellos viajaron a la llamada Ciudad Primada para filmar la vida del escritor Robert Louis Stevenson y las aventuras de Robinson Crusoe, y junto al encanto que les transmitió la exuberante naturaleza, se sumó la expectativa por los productos autóctonos de esa zona oriental, distante mil 060 kilómetros de La Habana.
Y para completar la semblanza, la vieja villa cuenta con la llamada Ruta del cacao, que permite un recorrido por el proceso agroindustrial de esa semilla que los aborígenes cubanos ofrecieron a los colonizadores españoles.
En esa iniciativa participa la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) y su recorrido tiene como primer punto un sendero turístico ubicado en el Cacahual de Duaba.
De ahí que quien visite Baracoa y no disfrute de la exquisitez de estos productos tradicionales de la región es como decir que no estuvo en la ciudad, cuyo aislamiento de siglos, y la permanencia en el sitio original de emplazamiento hace 500 años, le reservan aires de legendaria urbe y brindan colorido y belleza a su colonial centro histórico urbano.
Foto de la Casa del Chocolate en Baracoa
Los aborígenes lo reconocían bajo el sugerente nombre de elíxir de los dioses. En la actualidad, los residentes en Baracoa, en el extremo oriental de Cuba, lo definen como esencia, identidad, espíritu del lugareño, degustado desde tiempos inmemoriales.
Aunque su historia comenzó hace tres mil 500 años, cuando los olmecas descubrieron la planta en la cuenca amazónica, en Cuba su trono lo estableció en la llamada Ciudad Primada, donde existen las mayores plantaciones nacionales de cacao.
Qué cómo lo consumen? Pues para el desayuno familiar los habitantes de esta región elaboran lo que llaman Chorote, legado hispánico, enriquecido a lo criollo, con leche de coco, harina de maíz o maicena y cacao rallado.
Industrialmente también se procesa en tierra baracoense y goza de prestigio en la red comercial, porque en esa tierra fértil nacen las mejores bellotas, de las que se fabrican los ricos bombones, barras de chocolate y otras delicias para el paladar, todo con el sello peculiar de esa región.
Cuentan con La Casa del Chocolate, inaugurada el 13 de agosto de 2006, donde expenden además de natillas y helados del sabor que da nombre a la instalación, la referida bebida fría o caliente, lo cual determina que permanezcan totalmente ocupadas las 10 mesas del inmueble, dada la aceptación entre nacionales y foráneos.
Muchas de las ofertas de ese inmueble son creadas en la Empresa de Derivados del Cacao, que entre sus surtidos cuenta con la manteca y el licor de cacao, la cocoa micropulverizada, bombones sólidos, rellenos y bañados, todos fabricados manualmente, y entre los que sobresale el Rita Montaner, mezclado con leche y maní troceado caramelizado que rinde homenaje a una prestigiosa cantante y actriz cubana ya fallecida.
La tradición de los productos elaborados a partir del cacao sobrevive en Baracoa, a pesar de los años. De ello han dado fe cubanos, turistas extranjeros, hombres de negocios y cineastas como Gerard Depardiu, Geraldine Chaplin o Pierre Richard, figuras relevantes del celuloide.
Ellos viajaron a la llamada Ciudad Primada para filmar la vida del escritor Robert Louis Stevenson y las aventuras de Robinson Crusoe, y junto al encanto que les transmitió la exuberante naturaleza, se sumó la expectativa por los productos autóctonos de esa zona oriental, distante mil 060 kilómetros de La Habana.
Y para completar la semblanza, la vieja villa cuenta con la llamada Ruta del cacao, que permite un recorrido por el proceso agroindustrial de esa semilla que los aborígenes cubanos ofrecieron a los colonizadores españoles.
En esa iniciativa participa la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) y su recorrido tiene como primer punto un sendero turístico ubicado en el Cacahual de Duaba.
De ahí que quien visite Baracoa y no disfrute de la exquisitez de estos productos tradicionales de la región es como decir que no estuvo en la ciudad, cuyo aislamiento de siglos, y la permanencia en el sitio original de emplazamiento hace 500 años, le reservan aires de legendaria urbe y brindan colorido y belleza a su colonial centro histórico urbano.
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