Mendive y el mensaje de sus ancestros en X Bienal
María Elena Balán Saínz
¨Estamos ante un cántico de la naturaleza y del cuerpo humano. En ese cosmos fulje el signo de Eros que trasmuta todas las coordenadas biológicas¨..
Esas palabras de la prestigiosa escritora Nancy Morejón dan una imagen poética de la obra de Manuel Mendive, quien en la X Bienal Internacional de las Artes Visuales en la capital cubana, muestra la madurez de una sobresaliente obra, que le mereció en 2001 el Premio Nacional de las Artes Plásticas.
Su quehacer ha deleitado a los participantes en esa cita cultural, que reúne en La Habana a más de 300 artistas de 54 países hasta el 30 de abril.
Bajo el título de El espíritu, la naturaleza y las cabezas, Mendive preparó para el domingo 29 de marzo un performance, que hizo un recorrido al anochecer desde el hotel Saratoga, en el Prado capitalino, hasta la galería Orígenes, del Gran Teatro de La Habana, donde dejó abierta una exposición.
Esa acción plástica tuvo el apoyo escénico de alrededor de 50 artistas, entre ellos la pianista Pura Ortiz con música del periodo barroco, así como bailarines de Danza Contemporánea de Cuba, el Conjunto Folclórico Nacional y la compañía Danza del Caribe, de Santiago de Cuba.
Las figuraciones de Mendive se plasman en cuerpos humanos que dan vida a sus performance, los cuales han recibido el reconocimiento de la crítica en Europa y en otras latitudes.
Con una de esas representaciones se presenta en la X Bienal Internacional de las Artes Visuales en La Habana y teje un lazo mágico entre deidades que se enamoran, se envidian, pelean, conocen los secretos del monte, dominan los elementos de la naturaleza y tienen tantas imperfecciones como cualquier ser humano.
Esos son los orishas (representaciones), del panteón yoruba que integran el sistema mágico-religioso de la Santería o Regla de Ocha en la Isla.
El referido culto, introducido en Cuba siglos atrás por los esclavos nigerianos de la etnia yoruba, es el más popular entre los de origen africano que se practican en la Isla.
Amante y protector de la flora y la fauna, Manuel Mendive disfruta con la contemplación del paisaje y con la crianza de los animales que cuida en su hogar ubicado en la campiña habanera, en las cercanías de Tapaste, donde el artista cuenta con las fuentes de motivación necesarias para darle vida y color a sus obras, la mayoría de ellas inspiradas en los cultos afrocubanos.
La obra de Mendive tiene ese sello personal que asalta la vista de quien la contempla y puede identificar a su autor de inmediato.
Una atmósfera ensoñadora, donde el trópico es ingrediente esencial, que se mezcla con lo que le sugieren los cultos a Shangó, Ogún y Olofi, matizan la creación artística de este pintor, considerado entre los más integrales de nuestro país, por su dominio de varias técnicas.
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