PANCHITO, IMAGEN DEL HEROÍSMO JUVENIL
Por María Elena Balán Saínz
Al Capitán Panchito Gómez Toro es necesario situarlo, definitivamente, en el lugar que conquistó, más que por la dramática y simbólica coincidencia de su mortal caída, por sus servicios a la causa independentista. Esta fue una de las razones que motivó al ya fallecido historiador de la Villa de Guanabacoa, Alberto Acosta Brito a escribir una biografía de ese mambí, que es viva imagen del heroísmo juvenil.
El Capitán Panchito, editado por la editorial Gente Nueva, está dedicado especialmente a las nuevas generaciones, que deben conocer más de este joven ejemplar. En el volumen se destaca que Francisco Gómez Toro nació en el campamento La Reforma, en lo que es hoy la provincia de Sancti Spíritus el once de marzo de MIL 876.
Cuando tenía poco tiempo de nacido llegó a ese lugar el brigadier Antonio Maceo, quien se interesó por conocer el sexo del nuevo descendiente de Máximo Gómez y Bernarda Toro. El Titán de Bronce mostró su regocijo al saber que era varón y cuando la madre le dijo que presentaba una pequeña imperfección en el pie derecho, el bravo mambí exclamó que no importaba, porque el pie que necesita el guerrero para montar es el izquierdo.
De esa forma, el recio paladín alistaba en las históricas fuerzas mambisas, desde la propia cuna, al pequeño descendiente del Generalísimo. Tal parece que desde entonces, los destinos del veterano insurgente y Panchito quedarían enlazados para siempre.
Pasaron los años, y en una ocasión, cuando el campamento donde estaba Bernarda Toro fue atacado por las huestes españolas, Panchito –aun niño -, fue tomado en brazos por la morena Sixta, quien lo protegió y alimentó durante tres días con huevos crudos, encontrados ocasionalmente en la manigua.
UN JOVEN SERIO Y CABALLEROSO
Después del Pacto del Zanjón, el Generalísimo Máximo Gómez y su familia viajaron a Kingston, Jamaica, donde Panchito aprendió el inglés en el colegio Mister Lorenz, como parte de su formación educacional. Luego pasaron a Santo Domingo y Gómez, recordando el campamento La Reforma, de Sancti Spíritus, donde nació Panchito, nombró a la finca donde vivían de esa forma.
El joven y su hermano Máximo recibieron en Montecristi lecciones de renombrados educadores, como Enrique Loynaz del Castillo, luchador independentista cubano. Cuando Panchito estaba en la finca La Reforma, ayudaba a su padre, quien decía que por su seriedad, juicio y el cariño que profesaba y recibía de los suyos, era como especie de un jefe de familia, a pesar de sus pocos años.
No fumaba, ni era aficionado al baile, aunque su atractiva figura y su caballerosidad le ganaban las simpatías femeninas. Llegó a ser un buen nadador y un diestro jinete. Tenía a su vez, un gran dominio de la contabilidad y manejaba con facilidad los asuntos comerciales de la firma donde trabajaba.
A Panchito le gustaba mucho la lectura y prefería los temas filosóficos, lo que demuestra su profundidad de análisis.
AFINIDAD CON MARTI Y MACEO
Un hecho importante en la vida de Panchito Gómez Toro fue conocer el 11 de abril de 1892 a José Martí, en la finca La Reforma, en Santo Domingo. Las simpatías que surgieron entre nuestro Héroe Nacional y el hijo del Generalísimo se afianzarían durante el tiempo que, posteriormente, estuvieron juntos, trabajando a favor de la Guerra Necesaria.
Con 18 años de edad, Panchito viajó a Nueva York, junto a su padre y se quedó en esa ciudad para servirle de ayuda y compañía al Maestro, en un peregrinar por las ciudades norteñas, transmitiendo la necesidad de organizar la lucha. Martí reconoció los méritos del bisoño luchador, y le expresó a Gómez en una carta que era como si le hubiera devuelto al hijo que había perdido.
Cuando el Generalísimo y el Apóstol se embarcaron para Cuba en 1895, Panchito quería acompañarlos, pero lo disuadieron de aquella idea. Pasado un tiempo, cuando ya Martí había caído en Dos Ríos, el joven llegó a tierras pinareñas en el barco Tres Amigos, y el Lugarteniente General Antonio Maceo se asombró de que el niño que conoció en el campamento La Reforma, acabado de nacer, ya fuera un hombre de esa talla.
Alistado en las tropas del Titán de Bronce, Panchito participó en los combates de Ceja del Negro, Manaja, Tumbas de Estorino, Loma China, El Rubí y Bejerano, donde fue herido en un brazo. Sumaba ya 14 acciones combativas, cuando ocurrieron los hechos de San Pedro el siete de diciembre de 1896.
Ese sería el lugar donde Panchito Gómez Toro daría la mayor prueba de estoicismo y valentía, al morir cuando trataba de rescatar el cadáver de Antonio Maceo, con quien pasó a la historia para siempre.
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