Leer es crecer
María Elena Balán Saínz
Ahora, cuando en Cuba clebramos la XIX edición de la Feria Internacional del Libro, vale recordar que el Primer Festival del Libro, efectuado en septiembre de 1959, fue uno de los pasos iniciales de la Revolución para que el acceso pleno a la literatura fuera posible.
En el Parque Central, junto a la estatua de José Martí, y zonas aledañas, en lo más céntrico de Centro Habana se congregaron miles de personas, que asistieron a algo inusual en tiempos de la seudo-república, ya que el pueblo era el protagonista en aquel encuentro con la lectura. Santiago de Cuba se sumó como sub-sede de ese evento.
El Comandante en Jefe Fidel Castro fue el gestor de esa idea, que representó uno de los primeros pasos para que en un futuro la cultura se convirtiera en escudo y espada de la nación e hiciera posible el postulado martiano de “Ser cultos es el único modo de ser libres”.
Otro paso importante resultó la creación en 1959 de la Imprenta Nacional de Cuba, que imprimió como primer texto esa joya literaria que es el Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, con una tirada de 100 mil ejemplares en cuatro volúmenes a 25 centavos cada ejemplar, para que su adquisición fuera asequible a la población.
La campaña de alfabetización, emprendida en 1961 por la Revolución, fue abriendo además de nuevos horizontes en la enseñanza, un mayor número de personas interesadas en la lectura. Desde el principio primó el concepto de ofrecer gratuitamente los textos en los centros educacionales.
Aparte de otros esfuerzos, fue importante la fundación en 1962 de la Editorial Nacional de Cuba hasta 1967, cuando surgió el Instituto Cubano del Libro (ICL), el cual se fue desarrollando paulatinamente y ya cuenta con seis de las 128 editoriales cubanas, aparte de los Centros del Libro en territorios de la Isla.
El ICL constituye la institución rectora de la edición, comercialización y promoción de libros y publicaciones seriadas, resultado del empeño de las numerosas editoriales y cuantiosas revistas existentes.
Hay ministerios, centros científicos y de investigación, organizaciones sociales, asociaciones de creadores y provincias que cuentan igualmente, con su propio sello editorial.
En el municipio capitalino de Centro Habana, en 1982 se celebró la primera Feria del Libro.
Nació con un carácter internacional, al principio asistían fundamentalmente invitados de los países socialistas.
En el Pabellón Cuba en 1984 se efectúo la segunda cita del libro, mientras la tercera fue en 1986, en igual sede. En el 88 no hubo, en el 90 fue la cuarta en el Pabellón de Exposiciones del Palacio de Convenciones (PABEXPO), después sucesivamente se efectuaron en ese último salón, con una periodicidad bianual.
Desde el principio, el público acudió ávido de adquirir algún texto, porque en Cuba las personas compran libros por el placer de leer, cuestión que no sucede en otras latitudes donde esas citas literarias son visitadas por individuos que muchas veces se quedan con sus deseos de adquisición truncos por los elevados precios de lo que allí ofertan.
En la fortaleza militar de San Carlos de La Cabaña, creada en el siglo XVIII, se celebró en el año 2000 por primera vez la Feria Internacional del Libro, que había salido del contexto de su sede habitual de PABEXPO debido a la gran afluencia de participantes y público en general.
Desde entonces, en los primeros meses de cada año vuelve la fiesta de la lectura, que imbrica lo popular con un alto nivel cultural.
No constituye un acontecimiento comercial como algunos en otras naciones pudieran pensar, porque junto a la venta une un programa literario y además una programación académica y artística, con un promedio de unas nueve actividades por hora.
O sea, que el participante puede no solo ir a la presentación de un libro, sino también tener encuentros con los escritores, escuchar lecturas, participar de los homenajes y premios que se entregan y asistir a las jornadas técnicas.
Cada año se dedica a personalidades vinculadas al libro y a un país diferente, y desde La Cabaña y las subsedes en la capital cubana, -como librerías municipales-, pasa a numerosas ciudades de Cuba, donde la población disfruta de iguales actividades.
Fue precisamente el Comandante en Jefe Fidel Castro quien tuvo la idea de que este acontecimiento cultural no se circunscribiera solamente a la capital del país y en 2001, en la clausura del evento, propuso extenderla a las provincias, donde existen un promedio de dos o tres editoriales, más las producciones nacionales que se llevan a esos territorios.
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