Ike no pudo borrar la esperanza
Por María Elena Balán S.
Con su carga de espiritualidad, de aspiración en el mejoramiento humano, la herencia de los postulados de José Martí constituyen una orientación imprescindible en estos tiempos de combate y de esperanzas a favor de la multiplicación de esfuerzos, encaminados a restañar los daños causados por los huracanes Ike y Gustav.
Los cubanos no nos hemos sentido solos, la mano del vecino, del amigo, o de los compañeros de trabajo se ha extendido para ofrecer apoyo, para brindar ayuda. El Estado revolucionario ha trazado sabias estrategias para ir reparando viviendas, centros estudiantiles, empresas, tendidos eléctricos y telefónicos y hacer que vuelvan a florecer los cultivos, a que la tierra nos de los alimentos.
Integrantes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias desbrozaron caminos para que volvieran a ser transitables, ayudaron a limpiar de escombros las áreas donde muchos hogares quedaron destruidos. Se sumaron a las tareas de recuperación y reafirmaron que el ejército es el pueblo uniformado. Junto a esos combatientes estuvieron también trabajadores civiles y pobladores de los sitios afectados.
Igualmente, Cuba ha recibido de numerosos países, cargas de ayuda humanitaria para los damnificados, como muestra recíproca de cuánto ha hecho esta nación por otras, cuando han sufrido catástrofes o desastres naturales.
Por estos días, la convivencia en la Isla ha estado matizada por el optimismo y la perseverancia. Las muestras de solidaridad son conmovedoras, como los casos de familias que han albergado a otras que perdieron sus casas o que han ofrecido parte de su espacio para que funcionen las aulas y los estudiantes no pierdan tiempo de su docencia.
La cultura, como escudo y espada de la nación, con representantes de diversas manifestaciones, ha llevado a los damnificados su mensaje, con una gran carga de espiritualidad.
Conmueve ver cómo, a pesar de lo devastados que quedaron poblados del occidente y oriente del país, la llegada de las brigadas artísticas devuelven la risa a aquellos que perdieron no solo viviendas y objetos personales, sino también parte de la memoria histórica de la familia, preservada en un álbum de fotos, en un adorno que era de la abuela o cosas similares.
Así es nuestro pueblo, ese que ha sabido imponerse a más de cuatro décadas de férreo bloqueo de los Estados Unidos, o a los duros años del Período Especial, sin claudicar jamás.
Aquí no hemos perdido la sonrisa, la fe en el futuro, son tiempos de combate y de esperanzas y saldremos adelante.
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