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María Elena Balán/ Arca de cubania

CINE: HISTORIETAS CUBANAS

CINE: HISTORIETAS CUBANAS

Por María Elena Balán Saínz

   El 28 Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano comenzó anoche en La Habana y Arca de Cubanía trae a su página un recuento de La Historieta en Cuba, con Elpidio Valdés como símbolo de la hidalguía criolla.

   Cuentan que en 1912 comenzaron a circular en Cuba las historietas de El Capitán y los pilluelos, de Rodulf Dirk, así como Popeye el marino y Benitín y Eneas, las cuales se insertaban en los periódicos de mayor venta en la época.

  

   Más de 400 personajes de ese tipo, aparecidos en las tiras cómicas, conocieron los cubanos en la primera mitad de la pasada centuria. Entre ellos alcanzó gran fama Superman, nacido en 1938 de la imaginación del guionista Siegel y el dibujante Shuster, a pedido de una revista dedicada a los llamados comics.

  

   Pero tanta oferta foránea desconocía lo autóctono de la isla caribeña y no pocos creadores nacionales se preocuparon por convertir la narrativa dibujada en una de las expresiones de las artes visuales en Cuba.   Esa comunicación visual, con un código expresivo dinámico y sintético, tuvo en Heriberto Porter Vilá a uno de los primeros promotores de la historieta en Cuba en 1927, con El curioso cubano, que revelaba facetas de las realidades de la nación.

  

   Con el tiempo fueron fomentándose otras publicaciones de ese tipo, aparecidas en revistas y periódicos, entre ellas El eterno sainete criollo, Episodios de la Historia de Cuba, Don Macario Criollo Viejo, Julito 26 y Juan Casquito.   Los creadores gráficos consideran que Salomón, un mutante perturbado, renovó el lenguaje humorístico de la historieta cubana, por su carga filosófica, existencial y humanista. Su  creador fue Santiago Armada (Chago) (1937-95).

  

   Ya en la década de 1960, con el apoyo del realizador australiano Harry Reade se fundó el Departamento de Animados del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográfica (ICAIC), que permitió llevar las tiras del papel al celuloide.   Se dignifica así la validez artística de ese medio expresivo dentro del cine cubano, con dibujantes y diseñadores de gran valía, que con el tiempo fueron dirigiendo sus creaciones no sólo al espectador adulto, con un matiz marcadamente político y social, sino también al público infantil, ávido de ese tipo de producciones. 

UN PERSONAJE QUE RESUME LAS RAICES NACIONALES

    Las historietas de Elpidio Valdés, del realizador Juan Padrón, se dieron a conocer en 1970, en las páginas de Pionero, una publicación infantil que aparecía cada semana para disfrute de los niños.

  

   Fue tanta su aceptación, por la figura del carismático mambí, surgido con todos los atributos de una absoluta rigurosidad histórica, que se convirtió en un símbolo de la hidalguía patriótica de los cubanos en su lucha por la independencia.   Elpidio Valdés resume la esencia del criollo, la valentía, la honestidad y la entrega a la causa que considera justa.

   

   Esa ética, con su aderezo de picardía y humor, dado por el buen texto que lo apoya, junto a un diseño atractivo, lo han ubicado como uno de los personajes más longevos de la historieta cubana, con decenas de publicaciones en libros y revistas, numerosos cortometrajes y tres largometrajes, los cuales han ganado  premios en festivales , como el del Nuevo Cine Latinoamericano, que se realiza cada año en La Habana, el cual dedica un espacio al universo audiovisual del niño.

  

   De la autoría de Juan Padrón es también la historieta  Vampiros en La Habana, impresa en papel y  llevada al celuloide.   La historieta en Cuba ha tenido, sin dudas, una diversidad creativa, marcada por el desenfado, el humor y el mensaje ético.  

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