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María Elena Balán/ Arca de cubania

GUANABACOA, DESANDAR SUS CALLES

GUANABACOA, DESANDAR SUS CALLES

Por María Elena Balán Saínz  

  Guanabacoa es una localidad surgida a partir de un poblado de indios que fomentó el gobernador español Gonzalo Pérez de Angulo en 1554.

   Por contar esa villa con numerosas anécdotas históricas, culturales y sociales, queremos que nuestros lectores conozcan algo sobre sus viejas calles.

  

   Una minuciosa investigación de Alberto Acosta Brito, quien escribió un libro sobre el tema, señala que en Guanabacoa primero surgió el trillo, trazado por las desnudas plantas de los aborígenes, después el sendero desbrozado a filo de espada por los conquistadores peninsulares que arribaron a la comarca, luego los caminos, y por último las angostas calles.

  

   La ubicación que tiene desde hace centurias la villa de la Asunción de Guanabacoa es irregular. Disímiles en extensión y amplitud, sus calles fueron abiertas caprichosamente por los favorecidos con parcelas de tierra, quienes levantaban sus viviendas a su antojo y conveniencia.

  

   Se sabe que esta comarca surgió sobre una aldea de indios, con una topografía abundante en elevaciones y vertientes, lo cual obligó, con el paso de los años, a la ejecución de un sistemático plan urbanístico a base de alcantarillas, puentes y nivelaciones.

  

   Con el tiempo, las autoridades españolas comenzaron a dictar decretos sobre la alineación que debían tener las viviendas y las vías de circulación. Se llegó hasta a prohibir la construcción de escalones a la entrada de las casas, para favorecer el paso por las aceras.

  

   Se sabe que la numeración de las casas y la rotulación de las calles se pusieron en vigor, de manera oficial, en 1872.

  

   Los números y los nombres eran estampados en lozas con un tamaño que los hacía visibles a larga distancia.

  

   Fue la calle Venus la primera de Guanabacoa en tener ese rótulo, en tanto los primeros 40 faroles para alumbrar esas vías de acceso fueron ubicados mucho antes, en 1866, pero el ornato público no se vio favorecido por la limpieza.

  

   Las calles seguían siendo angostas, empinadas, torcidas, polvorientas o fangosas. Por ellas transitaban a pie los pobres, mientras los ricos lo hacían en coches y volantas.

   Con los años mejoraron su aspecto con piedras, adoquines y más tarde con asfalto. Aún hoy las vemos así, y aunque muchas siguen siendo empinadas y estrechas, guardan un encanto especial, evocador de los tiempos coloniales.

  

   Para quienes no las conocen les sugerimos visitarlas, y aquellos que con regularidad las recorren, les ofrecemos estos detalles para que puedan valorarlas con más conocimiento de su historia.   

1 comentario

zeltia -

pongo un enlace a este post en un foro de amigos

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