PEDRO PABLO OLIVA, POESIA PALPITANTE EN SUS PINTURAS
Por María Elena Balán Saínz
Con gran satisfacción recibimos en este noviembre la buena noticia del otorgamiento del Premio Nacional de Artes Plásticas 2006 al pinareño Pedro Pablo Oliva (1949), quien nos ofrece la poesía palpitante en sus pinturas.
De una época en que rindió reiterado homenaje a José Martí, un hombre al que intento traer a la vida cotidiana, pasó a otras temáticas, igualmente subyugantes por su lirismo, como esa que nos traslada a los tiempos en que fuimos niños.
La entrega ayer día 23 del merecido reconocimiento, en la capital cubana, a este artista de la plástica ocupó los principales espacios noticiosos culturales del país, donde cuenta con miles de admiradores.
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Hombre sencillo, a pesar de su grandeza artística o tal vez por ella, pues la modestia es virtud que glorifica a muchos de los llegan a tocar las estrellas, Pedro Pablo Oliva dijo en una ocasión que prefería que lo catalogaran con un término más contemporáneo como el de cronista de una especie de prensa pictórica o noticiero plástico.Sus oníricas y controversiales imágenes han trascendido las fronteras de la Isla con un estilo que atrae por el encanto y la imaginería de un arte que, al decir del propio creador, pasa por el tamiz de la infancia.
Además de sus grandes méritos como creador de la plástica, su proyección artística abarca, una importante labor pedagógica realizada con varias generaciones de artistas y de una meritoria labor social en el financiamiento de proyectos como la Casa Taller Pedro Pablo Oliva, el Premio Cubaneo y el patrocinio del Museo de Arte de Pinar del Río.
Graduado de la Escuela Nacional de Arte de La Habana, Pedro Pablo ha expuesto con éxito en Cuba y el extranjero y sus obras se encuentran en importantes colecciones de Canadá, Francia, Italia, España, Brasil, Suiza, México, Alemania y Estados Unidos, y, desde luego, en el Museo Nacional de Bellas Artes.
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