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María Elena Balán/ Arca de cubania

Proyectos comunitarios favorecen crecimiento espiritual

Proyectos comunitarios favorecen crecimiento espiritual

 

 

Por María Elena Balán Sainz

  Cambios en la actitud y el comportamiento de las personas ante la creación y consumo de los valores culturales se han logrado en muchos barrios, algunos de ellos considerados marginales, donde se fomentan proyectos comunitarios.

  Mediante esta alternativa en las comunidades pueden afianzarse valores de ayuda mutua, solidaridad y preservación de la identidad local y nacional, tan necesarios en estos tiempos, cuando resulta imprescindible favorecer el crecimiento espiritual en lugar de la violencia.

 Resultan, sin dudas, una vía generadora de ámbitos sociales más sanos, donde quienes allí viven son protagonistas activos y representan un factor clave para el cambio social, individual y grupal.

  Ejemplos hay por doquier, como el proyecto promovido en la década de 1960 en el periférico barrio de Juanelo, en el capitalino municipio de San Miguel del Padrón, donde la artista Antonia Eiriz enseñó la técnica del papier maché con mucha aceptación de los vecinos, quienes encontraron una fuente de creación y medio de subsistencia.

  Por supuesto, que para lograr el desarrollo en las comunidades es necesaria la integración de, promotores culturales, representantes de las instituciones y  personas interesadas en alcanzar un cambio positivo en la localidad, tal fue el caso del artista de la plástica Alexis Leyva (Kcho) en la barriada de El Romerillo, en La Habana.

  Allí, en un abandonado taller de reparación de ómnibus montó su galería-estudio e ideó una sala de arte y una biblioteca pública para  uso y disfrute de la comunidad, de la cual se siente parte desde sus tiempos de estudiante del Instituto Superior de Arte, cuyas áreas colindan con esta comunidad, compleja en sus características sociales.

  El proyecto incluye también mejorar el alumbrado público, la reparación de las vías y el saneamiento del barrio, la creación de terrenos deportivos, gimnasio biosaludable, parque infantil y áreas de estar.

  Si damos una mirada a las provincias nos encontramos con el Patio de Pelegrín, en Puerta de Golpe, Pinar del Río, donde niños, jóvenes y adultos pintan, escuchan o interpretan la música, bailan, hacen tejido a mano, repostería popular, círculos de salud publica, deportes y recreación. En fin, es una peña del arte y la naturaleza. 

  Mientras, en la provincia más oriental de Cuba, la Cruzada Teatral Guántnamo-Baracoa sale cada 28 de enero y regresa el dos de marzo todos los años, tras recorrer cinco municipios montañosos, donde logran  un diálogo intergeneracional, una pedagogía itinerante, muy humana y ética. 

 

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