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María Elena Balán/ Arca de cubania

Al compás del “almendrón”

Al compás del “almendrón”

Por María Elena Balán Sainz

  Son muchos los autos viejos, esos que jocosamente llamamos “almendrones” que transitan por las calles de esta Isla. Ayer, urgida de llegar a mi lugar de destino, me subí a uno de ellos con el rótulo amarillo de TAXI.

  Tras abonar 10 pesos me bajé de aquel “Frankestein” con más de 60 años, salvado gracias a múltiples enchapes, piezas adaptadas y todo tipo de innovaciones. El humo gris salido con profusión de su tubo de escape me hizo tapar la nariz ante tanta contaminación.

  Entonces vino a mi mente algo comentado  cuando se llevó a cabo la llamada revolución energética en Cuba, hace poco menos de 10 años. Muchos pensaron y en ese grupo me sumo yo, que si cambiaban viejos refrigerados por ser altos consumidores de energía eléctrica, igual podían de manera paulatina sustituir esa fuente contaminante e igualmente alta consumidora de combustible por autos más económicos.

   Tal vez para muchos representaba una utopía tal idea,  porque igual opinaban que entonces los de más dinero serían quienes podrían hacer el “cambio” del añejado carro por uno nuevo.

   Ahora, cuando se rumoraba en las calles la medida de venta en el mercado minorista de vehículos modernos, se suponía que permitiría de manera paulatina una sustitución de ese parque automotor obsoleto.

  De acuerdo con la lógica pensamos que los precios fluctuarían más o menos con los de la compra-venta entre particulares, tal como había permitido esa medida aprobada con anterioridad.

  Pero no fue así, al parecer no se tomó en cuenta ninguna política de mercado racional, lo cual conlleva a mi modo de ver que esa resolución esperada con tanto interés y beneplácito haya tenido un efecto boomerang y numerosas críticas.

  Todo eso era perfectamente evitable y hubiera incidido coherentemente en la marcha de los cambios económicos y sociales impulsados en los últimos meses.

  Por lo visto, habré de sacar nuevamente mi pañuelo para evitar el humo contaminante de los “almendrones”,  un parque automotor que posiblemente solo ruede por las vías de mi país. Ojalá que sea por poco tiempo, pues rectificar es de sabio.

 

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